El Espinar

El municipio de El Espinar lo forman seis núcleos, que son El Espinar, siendo éste el más grande, San Rafael, los Ángeles de San Rafael y la Estación del Espinar, Gudillos y Prados que se configuran a lo largo de un extenso valle situado en la vertiente norte de la Sierra de Guadarrama, en la transición entre el Sistema Central y la Meseta Castellana.

Cuenta con una población de 9.662 habitantes (INE 2022).

El primer vestigio histórico, una punta de lanza encontrada en la zona de «pinarillo» del Caloco, apunta al paso y asentamiento de los romanos, contando con restos de molinos, puentes y tramos de calzada, en esta zona en torno al s. II A.C.

Con el correr de los tiempos se llega a la etapa visigoda entre los s. V y VIII, durante la cual el municipio era conocido con el topónimo de Gudillos; con la posterior ocupación árabe la toponimia se hace mucho más variada y se conoce al pueblo como Albarrana, Moros, y Guadarrama, entre otros nombres. La repoblación cristiana de la zona se comenzó en 1088 y fue llevada a cabo por Alfonso VI (1040/1041-1109). Hasta aquí llegaron asturianos, cántabros, gallegos y castellanos que construyeron sus viviendas al modo de los caseríos propios del norte.

Sin embargo, el hito más importante para el municipio en aquellos tiempos aconteció el 8 de junio de 1297, día en que se otorga al municipio de El Espinar, por la ciudad de Segovia, la Carta Puebla. Este documento jurídico sirvió para vertebrar socialmente a los primeros pobladores de la villa y atrajo a muchos pobladores que acudieron animados por los derechos y privilegios que esta Carta otorgaba a su población. En 1317 se dotó al municipio con una nueva Carta que aumentó aún más los límites de El Espinar, el documento fue firmado por Alfonso XI en 1337. Por último, una tercera Carta Puebla, fechada el 7 de septiembre de 1368, aumentó aún más los límites del municipio y consolidó un futuro más que prometedor para la villa de El Espinar.

La trayectoria histórica de El Espinar se centra desde el s. XIII en los grandes rendimientos que le proporcionan sus montes y dehesas comunales, su ubicación estratégica en el fenómeno de la trashumancia, la madera, la ganadería y la lana merina.