Cueva con historia.
En un extremo del pueblo se levanta el edificio más importante: la iglesia de San Pedro Apóstol.
Es un templo con una sola nave dividida en tres cuerpos y de la que destaca a primera vista la esbelta espadaña que se sitúa a sus pies. El cuerpo central de la iglesia está cubierto por una bóveda de crucería estrellada, típica del gótico postmedieval.
De su primitiva época románica, la iglesia de San Pedro Apóstol sólo conserva la pila bautismal y algún fragmento de sillería que, en las reformas a la que fue sometida, pudo ser aprovechado. Se considera que la parte más antigua del templo es su presbiterio, que por el estilo de su arquitectura podría fecharse en el s. XVI.
Cuenta con varios retablos dentro del templo, entre los que destaca el mayor, neoclásico recubierto de pan de oro y con sus imágenes blancas que posiblemente quedaron preparadas para policromar. Conserva su órgano.
En la nave sur se conserva el retablo barroco de la Soledad, en el que se dispusieron unas tablas pintadas tiempo atrás, de estilo renacentista y atribuidas al maestro de Duruelo. Los temas representados en ellas son el Nacimiento, la Adoración de los Reyes, San Pedro, San Pablo, Santa Lucía, San Miguel y San Sebastián. A todo esto se ha de unir una custodia de sol realizada en plata, que fue regalada por don Manuel Gil Sánchez, cura de este lugar, en el año 1783.
A la entrada del pueblo se sitúa el cementerio, antigua ermita de San Roque y en el pueblo encontramos alguna casa con escudo.