Ruta ecológica y balizada a lo largo del río Cerezuelo, ideal para observación de fauna.
Cerezo de Abajo cuenta con un encinar espectacular, con muchos ejemplares centenarios. Se conservan gracias a la utilización de la zona como dehesa comunal, de manera que la sombra de los árboles cobijaba al ganado y las bellotas le servían de alimento. Mientras la titularidad del terreno o suelo pasaba a los hijos, para que pastoreasen, cada encina tenía un dueño propio, que la distinguía del resto grabando sus iniciales sobre el tronco del árbol, y que normalmente se dejaba a las hijas para aprovechamiento de madera y bellotas.
Así, la hija heredera tenía derecho a utilizar las ramas del árbol, pero no era propietaria del suelo en el que crecía. Es lo que se conoce como hijuela, al ser las hijas las herederas de los árboles.